Entender las emociones propias es muy importante para el desarrollo social del niño, ya que solo de esa forma aprenderán a controlar la expresión de sus emociones para cuidar los sentimientos de los demás (P. W. Garner y Power 1996). Pero este desarrollo conlleva un proceso. No es sino hasta los dos o tres años de edad cuando el niño sabe dirigir emociones hacia si mismo. Esto sucede porque es durante ese periodo cuando el conocimiento propio de los niños aumenta. Esta interiorización dependerá de la sociedad en la que se vive (Harter, 1993, p. 20) y del comportamiento de los padres.
La confusión emocional de un niño se relaciona en parte al hecho de que el niño no entiende tener dos emociones al mismo tiempo. Según Harter y Buddin (1987) el niño va desarrollando la capacidad para reconocer emociones paulatinamente a través de un proceso que va desde los 4 a 12 años de edad.
Nivel 0. En este nivel el niño no entiende que dos sentimientos pueden coexistir, ni siquiera si las emociones son similares.
Nivel 1. En este nivel, los niños entienden que dos emociones pueden coexistir, pero solo si ambas son positivas o negativas y si se dirigen a una misma persona, situación o cosa.
Nivel 2. En este nivel, los niños comprenden que pueden experimentar dos sentimientos del mismo tipo hacia objetivos distintos.
Nivel 3. En este nivel, los niños entienden que experimentan dos sentimientos distintos o contradictorios, pero solo si son dirigidos a objetivos diferentes.
Nivel 4. En este nivel, los niños pueden expresar sentimientos contradictorios o diferentes hacia un mismo objetivo.
OPINION
Me parece muy interesante el conocer este proceso porque de esa manera se puede comprender mejor porque los niños actúan de determinada manera a pesar de las cosas que se le han enseñado. En definitivas no se puede pretender que un niño actúe de una manera, en que debido a su etapa de desarrollo, simplemente no puede comprender como real. Sin embargo este proceso es solo un esquema teórico y las características pueden variar dependiendo de la sociedad y de los padres del niño, como el mismo Harter dijo. Por esa razón los padres deben de insistir en enseñarles a sus hijos como ser sensibles a las emociones propias y a las ajenas a las suyas.